Al cumplirse el mes 20 desde el 7 de octubre de 2023, 50 secuestrados continúan cautivos en Gaza mientras la ofensiva israelí se intensifica y el hambre golpea a la población civil gazatí. En medio de negociaciones trabadas y crecientes presiones internacionales, Es Nota conversó con Darío Teitelbaum, pensador Educativo Judeo-Humanista, quien reside en los alrededores de la . Teitelbaum analizó la estrategia del gobierno de Netanyahu, los dilemas éticos que enfrenta Israel y la necesidad de no perder la oportunidad histórica de un cambio político que incluya la creación de un Estado palestino sin Hamás.
El gobierno israelí anunció que avanzará con la maniobra militar para ocupar Gaza. ¿Cómo interpretas esta decisión y qué implicancias puede tener?
Están todos los riesgos que cualquiera puede imaginar. El primero es el riesgo de muerte de los secuestrados. La población civil en Gaza está muy comprimida, y un mal cálculo puede ser terrible a nivel humanitario. Habría que reclutar alrededor de 8.000 soldados de reserva que ya llevan, en su gran mayoría, más de 300 días de servicio militar desde el 7 de octubre; algunos mucho más. La situación internacional de Israel ya es complicada y creo que la reacción del mundo va a ser feroz, como ya lo es ante muchas de las cosas que hace el gobierno. Desde la mirada de quienes vivimos cerca de la frontera, esta decisión significa que nuestra zona entra nuevamente en guerra, particularmente nuestro kibutz, lo que implica una evacuación.

¿Cómo interpretás el uso del término “genocidio” en relación con lo que ocurre en Gaza?
Todavía estoy abierto a la discusión sobre el término. Sin embargo, creo que es una discusión que no ayuda en nada, porque no transmite necesariamente un sentido emocional mayor al que puede dar, por ejemplo, la palabra “tragedia”. Lo que ocurre en Gaza es una tragedia. El 7 de octubre, ya por la noche, dije que estábamos transitando de una masacre a una tragedia. Lamentablemente, la masacre sigue viva en nosotros y la tragedia continúa. Aprendí del profesor Yehuda Bauer, experto en Holocausto, que no hay que tener miedo a comparar, siempre y cuando la comparación incluya no solo las similitudes sino también las diferencias. El 7 de octubre fuimos víctimas de un ataque de carácter genocida, definido principalmente por la intencionalidad. Por parte de Israel, no veo intención de limpieza étnica.
Al mismo tiempo, no puedo desentenderme de los grandes números de víctimas y del carácter de los damnificados, que son teóricamente también vecinos míos. Lo vivo como un dilema y un desafío.
¿Cómo se puede plantear un apoyo legítimo a la causa palestina sin darle legitimidad a Hamás?
La política israelí perdió una gran oportunidad de generar una condena masiva contra Hamás y de lograr que la lucha contra esta organización fuera por presión internacional y no solo por medios militares.
Tras la masacre del 7 de octubre, se podría haber colocado a la comunidad internacional en una posición clara: no necesariamente a favor de Israel, pero sí en contra de Hamás como actor legítimo.
Eso requería definir “el día después de la guerra”: ¿qué pasa si Hamás se va? ¿Quién gobierna Gaza? ¿Quién se hace cargo de alimentar a su población, de reconstruir el sistema educativo, de completar el desarme? Eso no puede hacerlo solo un ejército. Si se intenta hacerlo así, costará muchísimas vidas.

¿Quiénes podrían ocupar ese rol de gobierno en Gaza?
Los gobiernos de Netanyahu se dedicaron a fortalecer a Hamás y debilitar a la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Incluso ministros de extrema derecha han dicho que es preferible manejar la situación a través de Hamás. La ANP, aunque no es aún un Estado, podría declararse como tal en septiembre ante la Asamblea General de la ONU. Habría que fortalecerla mientras dure la etapa bélica, para que luego pueda actuar junto a una coalición de países moderados —los Emiratos, Arabia Saudita, Catar— con los que Israel mantiene relaciones. Ellos podrían asumir la administración interna de Gaza, mientras Israel se encarga de su seguridad externa. Ese es el pensamiento para el “día después”. Lamentablemente, Netanyahu no lo consideró.
¿Por qué creés que el primer ministro Netanyahu tiene interés en continuar la guerra?
Más del 75% de la población, incluso gente que lo vota, dice que hay que devolver a todos los rehenes, incluso a cambio de retirarse de Gaza. Netanyahu gobierna desde 2009 y enfrenta graves cargos judiciales. Tiene dos socios principales: la parte mesiánica-nacionalista y el sector ortodoxo. A los ortodoxos les interesa apoyo económico y que no recluten a sus jóvenes; a la extrema derecha, la anexión de territorios ocupados y, en algunos casos, la construcción del Tercer Templo, una locura mesiánica que podría destruir a Israel. Mientras estos intereses se mantengan, Netanyahu seguirá en el poder y prolongará la guerra.

¿Qué condiciones mínimas debería cumplir un futuro Estado palestino?
No estamos hablando de mañana, aunque quizás se declare pronto. Primero hay que definir el programa de retiro israelí de parte de los territorios ocupados.
En todos los planes, hay un bloque de 200 a 250 mil colonos que no serán evacuados. Hay que ir hacia una solución basada en el principio de “dos Estados para dos pueblos”, materializada a través de los .
No sé si llegaré a ver su finalización. Oslo pecó de querer hacer todo demasiado rápido, pero también había urgencia. Este nuevo proceso podría durar años, pero con mejoras de vida y esperanza, es posible.
DIARIO CON VOS



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