El rector de la UNSL encabezó la marcha por el aniversario del Golpe de Estado de 1976. Mientras, es parte de la lista de candidatos a diputados por un oficialismo que se llamó al silencio.
No debe ser fácil para Víctor Moriñigo convivir con las contradicciones entre dirigir una institución que debe erigirse como la de mayor visibilidad en una fecha como el Día de la Memoria y ser aliado de un Gobierno que prefiere mirar para otro lado mientras gran parte de la comunidad universitaria se dedica a recordar.
Abrigado con un sobretodo que puede representar dos o tres meses de alquiler de cualquier estudiante de la UNSL, Moriñigo encabezó con sus dudas la marcha que el lunes se desarrolló por las calles de la ciudad. Lo hizo ante la indiferencia del alumnado y la visión cercana de algunos de sus laderos universitarios.
Para el acto central, previo a la marcha, el contador público recibió una breve caricia del oficialismo con la presencia del vicegobernador de la provincia, Ricardo Endeiza, reemplazante de un Claudio Poggi que evita a como dé lugar acercarse a las aulas de la universidad pública.
Moriñigo no participó de la vigilia que durante toda la noche del domingo esperó la llegada de la fecha con música y buena convivencia, pero estuvo presto para la actividad oficial, que comenzó a las 9 de la mañana, bajo una lluvia persistente.
La presentación de las listas para las elecciones del 11 de mayo por parte del frente Ahora San Luis, avalado por el gobernador Poggi, tiene al rector en el tercer lugar de la lista de diputados provinciales. No es un sitio caprichoso el que ocupa: a lo sumo, el oficialismo puede aspirar a meter tres diputados por lo que la tracción que pueda ejercer Víctor es fundamental.
No será fácil obtener esos votos, al menos desde el ámbito universitario. Pese a su extracción radical, -el partido que domina las políticas en las casas de altos estudios gracias a la penetración de Franja Morada- para los alumnos, los docentes y los no docentes, no está bien visto que alguna de sus autoridades encare la vida política. Y mucho menos desde el oficialismo. Y mucho menos desde un oficialismo que choca una y otra vez contra los conceptos muy arraigados en el ámbito universitario como la defensa a la Universidad Pública y el reconocimiento de los Derechos humanos. El último que lo consiguió fue hace más de una década José Luis Riccardo, quien desde el rectorado de la UNSL saltó al Congreso de la Nación y hasta fue candidato a gobernador opositor antes de que su carrera política se diluyera en el olvido.
Olvido en el que pareció sumergirse el Gobierno Provincial en una fecha tan importante como el Día de la Memoria. Un ambiguo flyer en las redes oficiales que pugnaba “por una sociedad democrática, en paz y con justicia” fue la única señal que envió el Ejecutivo ante una fecha de enorme trascendencia para el sentir democrático. El gobernador Claudio Poggi se tomó el feriado con una literalidad pasmosa a tal punto que ni siquiera en sus redes sociales –donde suele ser muy activo- hizo mención alguna.
En su fuero íntimo, Moriñigo siente que podría estar más arriba en la lista de candidatos al Poder Legislativo Provincial. Cree que su trabajo en la UNSL y su constricción al proyecto poggista debió tener una mejor posición ante el recién llegado al espacio Jorge “Toti” Videla, quien encabeza la lista; y Eugenia Gallardo, mimada de Poggi. Pero el rector optó por no alzar la voz y prefirió agradecer las oportunidades.
La docilidad nunca fue una característica que caiga bien en las universidades, centro de resistencia y rebeldía. Sobre todo la de San Luis, que tuvo como primer rector a Mauricio López, desaparecido por la dictadura militar justamente por no callarse nunca ante el poder, todo lo contrario a la conducta de Moriñigo. Si don Mauricio hubiera sido como el joven Víctor probablemente hoy estaría con vida. Pero la historia se escribe una sola vez.
DIARIO DE LA REPUBLICA SL