Más que una palabra, la puntanidad es una forma de describir y descubrir las raíces provinciales. El Gobierno provincial no lo entiende así
Entre las primeras medidas que Claudio Poggi tomó apenas asumió la gobernación (el 10 de diciembre del 2023) fue eliminar la palabra “puntanidad” del salón construido en una de las márgenes del Dique Chico, que es todo un símbolo entre el pasado y el presente de San Luis.
Este cambio, que le generó fuertes cuestionamientos, fue uno de los variados embates que el mandatario nacido en Córdoba, ha tenido a lo largo de este más de un año de gestión contra todo lo que tenga que ver con el ADN de los puntanos, contra su historia, costumbres e idiosincrasia.
Por eso, no resultaron extrañas las situaciones incómodas que tuvo que pasar el exministro de Turismo y Cultura Juan Manuel Rigau, a quien directamente por orden de Poggi le prohibieron usar el término puntanidad y menos aún, lucir atuendos típicos con el folclore puntano. En contraofensiva, en su texto de despedida de la función, para marcar sus diferencias de criterios, el ‘exministro gaucho’ remarcóa fuego la palabra “puntano”.
Entonces, es más que evidente el rechazo que la “puntanidad” le genera a Poggi y cada vez salta más a la vista su empecinada intención de querer cambiar lo que corre por la sangre de los puntanos. Por decisión propia, busca eliminar la palabra “puntanidad” e imponer el uso del término “sanluiseños”.
“El mosquito puntano”, uno de los nuevos personajes de la vida política provincial, le dedicó en su última columna “Rosca & Tongo”, una apostilla a esta caprichosa actitud del nacido en Córdoba.
El comentario surgió tras la participación el 28 de diciembre del 2024, de un almuerzo en el exCanal 13 de San Luis, donde con mucha sutileza el conductor del programa Mario Pérez fundamentó por qué a los habitantes de toda la provincia son considerados puntanos, lo contrario a lo que pretende el nuevo gobernador.
LA COLUMNA COMPLETA DE “EL MOSQUITO PUNTANO”
LA PUNTANIDAD INCÓMODA
Claudio Poggi tiene una debilidad manifiesta, casi de manual. Si Superman se desmoronaba ante la kryptonita, Poggi tambalea ante una sola palabra: puntanidad.
En su último acto oficial antes de escapar al merecido descanso de un verano político intenso, el gobernador cordobés participó de una entrevista con Mario Pérez en el ex Canal 13. Allí, su incomodidad con el término quedó tan expuesta como una fuente seca en pleno enero.
No fue solo la entrevista. En un almuerzo en Terrazas del Portezuelo, la puntanidad se coló entre plato y plato como el comensal que nadie invitó. Entre comentarios casuales y reflexiones sobre identidad local, la conversación giró constantemente hacia esa palabra que a Poggi le genera más urticaria que hacer autocrítica.
La reacción no tardó en llegar. En un intento por zafar, el mandatario lanzó una frase que pretendía ser inocente: “Yo solucioné todo diciendo ‘sanluiseños’. Mientras el conductor seguía desmenuzando las raíces de la puntanidad, Poggi lucía atragantado, quizá no tanto por la comida, sino por lo que representa un concepto que él asocia directamente con el apellido Rodríguez Saá, su sombra más persistente en la arena política.
La ironía es que la puntanidad no necesita de etiquetas gubernamentales para existir. Es esa identidad que brota con naturalidad en los rincones de San Luis, entre el viento de las sierras y la memoria colectiva. Es un término que sobrevive a los intentos de neutralizarlo y se convierte, para Poggi, en un recordatorio constante de que su origen cordobés lo coloca siempre un paso fuera de la tribuna emocional del pueblo que gobierna.
Es evidente que, para el gobernador hablar de puntanidad es como abrir una caja de Pandora. Y, mientras intenta esquivarla, la palabra sigue siendo pronunciada en cada sobremesa, en cada acto oficial, en cada conversación casual. Porque no se trata solo de una cuestión semántica, sino de algo más profundo.
Mientras Poggi busca redefinir su relación con San Luis, la puntanidad sigue ahí, incólume, esperando ser asumida más allá de rótulos y estrategias. Quizá el verdadero desafío no sea combatirla, sino entenderla. Pero claro, eso ya sería pedir peras a un olmo”.
DIARIO DE LA REPUBLICA SL



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