Después de tanto viral y confusión en el recinto, Milei mandó a sus legisladores a clases exprés para que aprendan desde cómo pedir la palabra hasta cuándo no tuitear.
El oficialismo parece haberse cansado de protagonizar memes —y no solo en redes sociales, sino en el recinto mismo—, así que decidió que ya era hora de mandarse a estudiar. Sí: el bloque de La Libertad Avanza se bajó del escándalo fácil y anunció una especie de “escuelita parlamentaria” para sus flamantes diputados, con el fin de evitar papelones y lograr —ojo al dato— un bloque “ordenado”.
La idea no es menor: tras duplicar su bancada en la Cámara de Diputados —88 integrantes nuevos—, el equipo se dio cuenta de que muchos vienen “desde cero”, sin experiencia ni historial político previo.
La “escuelita parlamentaria” tuvo su primer día de clases este martes en el edificio del Anexo A y durante tres horas los flamantes diputados, entre los que se destacaban Karen Reichardt, Sebastián Pareja, Gonzalo Roca, Sergio “Tronco” Figliuolo y Virginia Gallardo, fueron instruidos en temas reglamentarios, administrativos y de comunicación.
En el curso relámpago se les explicó reglamentos, comisiones, quórum, usos de redes sociales, y les recalcaron que no se apuren a hablar, no publiquen sin control y atiendan primero al manual interno antes del show público. Esto último también podría aplicárselo el señor presidente, Milei, que hace uso y abuso de sus redes sociales; no solo para publicar información oficial sino para pelear con artistas o colegas.
Ahora bien… ¿y por qué tanta urgencia? Porque no cualquiera puede exhibir diplomatura en “hacerse viral por error”, y el bloque quiere evitar que los hechos —o los tuits— terminen definiendo su perfil político. En ese sentido, la movida suena casi a mea culpa preventiva: “Bueno, ya nos dieron memes, ahora a estudiar”.
Cabe resaltar que, en esa misma línea, se dieron casos de aspirantes a legisladores que vienen más de la farándula que del Congreso. Como el de Virginia Gallardo, que saltó de vedette o novia mediática a candidata, y de sus estudios académicos… nada. Un prontuario de “trayectoria variada” pero sin hoja de ruta parlamentaria visible.
Al final, la “escuelita parlamentaria” parece más un intento desesperado por ponerle subtítulos a un elenco que todavía no aprendió el guion. Entre discursos improvisados, tuits desafinados y currículums que brillan más por el rating que por la lectura del reglamento, el oficialismo parece haber entendido que gobernar no es lo mismo que viralizarse. Ahora falta ver si los apuntes alcanzan para rendir en el Congreso… o si volverán a examen en las redes.
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