Fue proyectado en La Toma para tratar a personas con adicciones y quedó a poco de terminarse. El Gobierno decidió no continuar con su construcción. A cambio, inauguró el cuestionado Centro de Prevención y Atención a las Adicciones.
Cuando la sociedad reacciona en busca de culpables ante la falta de políticas de responsabilidad pública dirigidas a acciones preventivas y asistenciales, surgen los interrogantes de las obras paralizadas en proceso de finalización. Es el caso del Centro de Deshabituación de La Toma, cuya obra se encontraba en su etapa final (estaba a un 85 por ciento) y hoy la sociedad y el edificio sufren las causas del abandono provocado por los gobiernos de turno.
Ahora que a raíz del suicidio de un chico víctima de sus problemas con las drogas, la provincia se pregunta qué hacer con los adolescentes que tienen conflictos de este tipo a tal punto que la decisión de salvataje es la internación, la respuesta debería estar terminada. Pero no.
El Centro de Deshabituación se proyectó como un espacio ideal para un caso como el que conmocionó a la sociedad en la semana. Se comenzó a construir en La Toma, donde por años funcionó la escuela rural de Las Rosas. El edificio está inmerso en un paisaje típicamente puntano con las Sierras del Rosario de fondo, por lo cual es un entorno ideal para la recuperación de las personas con problemática de adicciones, además, de ser un lugar donde se contiene a la familia.
El que iba a llamarse Centro de Deshabituación al Consumo Problemático y Adicciones era la restauración de dos viejos edificios de La Toma que contaría con un polideportivo, gimnasio, baños, consultorios, salas de reuniones, comedor y otros espacios que contribuirán al tratamiento del que llegara agobiado por el consumo.
Allí está todavía en La Toma la estructura vacía, abandonada, a la espera de que alguien dé la orden para que no haya más casos como los del chico que optó por la drástica determinación. Hoy se puede ver una obra abandonada, donde se comienzan evidenciar los deterioros de los elementos estructurales que componen los edificios.
Mientras, el Gobierno y la Justicia intentan responsabilizarse el uno al otro por el fallecimiento de un adolescente. El gobierno provincial parece no querer ver las obras que se encontraban en ejecución por la anterior gestión y por cuestiones políticas y egoístas de los funcionarios actuales, hoy la sociedad puntana no cuenta con un Centro de Deshabituación con las instalaciones necesarias para garantizar el tratamiento de pacientes en forma segura y cómoda, garantizando su recuperación.
A cambio de continuar con el edificio de La Toma, el gobierno provincial inauguró el 24 de mayo del año pasado –en una siesta de narices frías- el Centro de Prevención y Asistencia a las Adicciones en un inubicable espacio de la avenida Lafinur, entre Pedernera y Junín, en confusión edilicia con el Centro de Salud 3, Malvinas Argentinas.
Es el organismo que le respondió a la jueza Natalia Giunta, que llevaba el caso del chico en problemas, que debido a la crisis del sistema de salud, el organismo no tenía recursos para atender los pedidos urgentes de la Justicia.
Acompañado por una comitiva llena de funcionarios que asumen que una de las políticas centrales de la gestión actual es la lucha contra la drogadicción y el narcotráfico (como si ambas cosas fueran lo mismo), el gobernador Claudio Poggi hizo un moderado discurso en el que reafirmó algunos conceptos: “Aquí estamos, como Gobierno de San Luis, para poner todo lo necesario para prevenir que esto pase y, si pasa, estar preparados para asistir”.
Apenas ocho meses después, la realidad, la desidia y el suicidio de un chico de 16 años le vuelven a dar la espalda a una gestión que deshace en sus propias palabras.
DIARIO DE LA REPUBLICA SL