Daniel, hijo de Julio César Domínguez, colaboró con su padre en la creación de la estatua hace diez años. Ahora la trata de arreglar, junto a sus hijos. Calcula que en dos meses estará lista.
Cuando su hermano Pablo le avisó que la estatua del cóndor que estaba en la entrada de Potrero de los Funes había sido derribada por la tormenta del 6 de enero pasado, Daniel Domínguez, uno de los autores de la obra junto a Julio César, su padre, pasaba su tarde en Luján, donde vive. Lo primero que quiso saber al comprobar el hecho por las redes sociales fue dónde había estado la falla, por qué el gigante se había cedido al viento.
A veinte días de la tormenta, Daniel sigue con su mirada absolutamente cerebral del hecho, alejado de cualquier emoción que pueda trasladarlo a más de un década atrás, cuando junto a su padre construyó la pieza. “No pensar en eso me ayuda a concentrarme en mi trabajo”, dijo el artista.
Su trabajo, por estos días, es remodelar al cóndor y dejarlo listo para que vuelva a su nido. La labor fue encargada por el Hotel Internacional de Potrero de los Funes, el mismo organismo que le pidió a Julio César que lo creara a mediados de 2014.
Como una constante del destino, Daniel emprendió su labor con alguno de sus 10 hijos (tiene cinco varones y cinco mujeres) y otros familiares, todos con mano de obra calificada para hacer la reconstrucción. Empezó el lunes y Domínguez calculó que en unos dos meses ya estará listo.
Las jornadas de trabajo se realizan en un salón del Parque Industrial de San Luis, donde Domínguez pidió que llevaran la estatua. Trasladarlo a Luján hubiera sido muy arriesgado. “Prefiero viajar yo para allá y moverlo lo menos posible”, dijo el escultor, quien trabaja en una escuela de su pueblo y está por terminar una serie de imágenes de animales autóctonos solicitadas por la municipalidad de su localidad.
La primera visión del cóndor después del accidente fue alentadora para el restaurador. “Está muy resentida por todos lados, pero yo esperaba que estuviera peor, más estropeada. Se puede reparar tranquilamente, no digo que vaya a ser fácil, pero lo vamos a poder hacer”, explicó.
Con su habitual humildad (heredada de su padre, uno de los escultores más destacados de la historia moderna de la provincia), Daniel está al mando (“porque no queda otra”) del grupo de siete personas que todos los días avanza en la remodelación del cóndor.
Luego de las primeras soldaduras y de la colocación de las planchuelas que sostendrán la estructura, por estos días están en la etapa de relleno con poliuretano, resina y otros elementos, pero con la decisión de descartar el telgopor, un material muy usado por Julio en la obra original.
DIARIO DE LA REPUBLICA SL